Como mi estado de forma dista mucho de ser bueno y lo que único que lleva haciendo en las últimas semanas es empeorar y empeorar, ya no soy capaz de hacer frente a compañeros de la talla de Pedro Gracia o Esteban Monje en las subidas, como la que realizamos este pasado jueves al Cerro de San Pedro.
Así que mi único recurso actual, como corredor de culo gordo que soy en estos momentos, es centrarme en las bajadas. Y cada vez me divierte más.
El otro día batí mi record en la bajada del Cerro de San Pedro (7:43), aproximadamente a 3 minutos por kilómetro en un recorrido semi-técnico. Y creo que todavía se puede bajar algo.
La sensación de adrenalina de bajar al límite en un recorrido técnico es difícilmente explicable. Es como cuando te tiras a muerte con la tabla de snow o con la bici. Sabes que hay un componente de riesgo muy grande, pero aún así buscas el límite y disfrutas con ello. Digamos que es una sensación como la del vídeo que cuelgo en este post pero corriendo. Bueno... no tanto, pero casi. (alucinante el escenario... Woodhill en Auckland, Nueva Zelanda... sólo un poquito mejor que el Cerro de San Pedro).
Tengo que aprovechar ahora que todavía no me he caído y no tengo recuerdos negativos en el subconsciente para seguir tensando la cueda un poco más. Una vez que ya me haya partido la crisma (todo llega) será más difícil.
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